La motricidad fina y gruesa son dos componentes fundamentales del desarrollo motor humano. Se refieren a diferentes habilidades y capacidades relacionadas con el movimiento y la coordinación de los músculos.
La motricidad gruesa se refiere al desarrollo y control de los músculos grandes del cuerpo, así como a la coordinación de movimientos amplios y globales.
Estas habilidades implican el uso de los músculos de las extremidades, el tronco y el cuello, y están asociadas con actividades como caminar, correr, saltar, lanzar, trepar y equilibrarse. El desarrollo de la motricidad gruesa es esencial para que los niños adquieran independencia y puedan explorar el entorno que les rodea de manera segura.
Por otro lado, la motricidad fina se refiere al desarrollo y control de los músculos pequeños y precisos, especialmente en las manos y los dedos.
Estas habilidades implican movimientos más delicados y precisos, como agarrar, manipular, recortar, escribir, abotonar, atar cordones y usar cubiertos. La motricidad fina es esencial para realizar tareas diarias, como vestirse, comer, escribir y participar en actividades de aprendizaje, como dibujar y construir.
El desarrollo de la motricidad fina y gruesa es un proceso gradual que ocurre a lo largo de la infancia y la niñez temprana. Los niños pequeños comienzan desarrollando la motricidad gruesa y luego pasan a refinar y perfeccionar la motricidad fina a medida que crecen. Estas habilidades se desarrollan a través de la práctica, la experiencia y la estimulación adecuada.
Para trabajar los aspectos, anteriormente mencionados, tanto motricidad fina como gruesa, no solo podemos ayudarnos de juegos en exterior, sino de juegos de mesa. Y aquí os dejo dos buenas opciones para ello.
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Ambas habilidades son importantes para el desarrollo de los niños y se pueden mejorar a través de actividades y juegos adecuados para su edad.